CLARIDAD


Característica primera de la buena redacción es la claridad. Si la intención de quienes escribimos es que nos entienda un amplio público, esto nos exige claridad en las ideas y transparencia expositiva; es decir -como indica Gonzalo Martín Vivaldi- “visión clara de los hechos o de las ideas y exposición neta y tersa de los mismos”.3 A la claridad mental o de ideas debe corresponder un lenguaje fácil, basado en palabras transparentes y frases breves, con el firme propósito de que el pensamiento de quien escribe llegue a la mente del lector desde la primera lectura del escrito; una re lectura obligada del mismo estaría mostrando su oscuridad o su rareza, en tanto que su re lectura voluntaria o interesada indicaría que ha resultado atractivo o importante para el lector.

Nada de lo expresado debe motivar dudas ni equívocos. Las
palabras han de emplearse con propiedad, condición ineludible para que los hombres puedan entenderse en un idioma. (Si se usa "anginas" por "amígdalas", "panfleto" por "folleto" o "hasta" en lugar de "desde" —como ocurre frecuentemente en México—, indudablemente habrá motivo de incomprensión para muchos hispanohablantes.) Conviene evitar frases o modismos circunscritos —salvo casos especiales—, para que no haya malas interpretaciones. Especialmente cuando lo escrito va fuera del país o puede ser traducido a otros idiomas, es preciso atenerse a las formas generales o académicas. Las abreviaturas, las siglas y los símbolos convencionales deben emplearse correctamente, en la forma generalizada, con uso estricto para los casos necesarios. Frente a dudas sobre la escritura apropiada o posible comprensión, lo mejor es poner las palabras enteras. También debe vigilarse atentamente el empleo de términos que puedan referirse a distintas personas ("su" = ¿"de él" o "de usted"? ; "le" = ¿"a él" o "a usted"? ) o que puedan interpretarse con diferentes significados ("coraje" = "valor" o "ira"; "meticuloso" = "medroso" o "escrupuloso, minucioso") o que tengan formas similares con otras que el vulgo confunde ("refirmar" y "reafirmar"; "ratificar" y "rectificar"; "latente" y "latiente"). En la construcción de frases, los gerundios y relativos suelen ser fuentes de oscuridad. Y para qué decir lo que ocurre con la puntuación mal puesta, excesiva o ausente: su influencia produce interferencias que van desde la simple duda hasta la confusión más caótica, pasando por el equívoco, la ambigüedad, el absurdo y otras nebulosidades interpretativas. La oscuridad o hermetismo —que llega hasta la criptografía en algunos casos especiales— sólo se justifica cuando tiene un fin determinado, como ocurre en algún tipo de literatura sugestiva o de vanguardia, o bien en ciertos documentos. En la redacción corriente, es grave defecto.


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