ORIGINALIDAD


Se dice que es el sello que refleja la personalidad del autor.  Como determinante de la personalidad creativa, significa que el redactor debe crear formas propias de pensamiento, a fin de evitar la rutina en el escrito.  Al escrito hay que imponerla estilo y fuerza expresiva, en consecuencia deben eliminarse las fórmulas tradicionales. A veces se logra la originalidad simplemente recurriendo a la naturalidad y sencillez del habla cotidiana,

Cuando se redacta, como norma general conviene evitar
toda muestra de automatismo, copia o actitud indiferente. Escribir sin pensar en los términos empleados, en su mejor distribución o funcionalidad expresiva —como un robot—, no es saber redactar. Lo escrito resulta frío, mecánico, superficial. En cambio, el alejamiento de la rutina lleva a la originalidad. Aunque, por supuesto, no todo tipo de redacción admite estricta originalidad, con frecuencia queda un resquicio —hay que saber buscarlo— para el toque personal, empleado con adecuación. No siempre el formulismo puede evitarse; pero las fórmulas deben utilizarse con conciencia de su utilidad y han de estar actualizadas en su contenido y forma para que tengan fuerza expresiva. A veces se logra originalidad simplemente recurriendo a la naturalidad y sencillez del habla cotidiana, en terrenos en que la mayoría se empantana entre fórmulas rimbombantes y frases amoldadas por mentalidades de otras épocas


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