ESTILO


Se dice que es el sello que refleja la personalidad del autor.  Como determinante de la personalidad creativa, significa que el redactor debe crear formas propias de pensamiento, a fin de evitar la rutina en el escrito.  Al escrito hay que imponer le estilo y fuerza expresiva, en consecuencia deben eliminarse las fórmulas tradicionales. A veces se logra la originalidad simplemente recurriendo a la naturalidad y sencillez del habla cotidiana,


El estilo poco variado exhibe una lengua raquítica, inflexible, sujeta a la repetición de unas cuantas palabras que podrían llamarse universales. Para evitar textos monótonos, se recomienda emplear con reserva las palabras fáciles o eliminarías si es posible. Son términos de significación muy amplia; voces vagas, imprecisas, incoloras que, por servir para todo, apenas sirven para algo. Se requiere entrenamiento para evitar los vocablos anodinos y sustituirlos por otros que brinden una imagen exacta, variada, elegante y vivaz. La corrección del lenguaje empleado y el buen estilo se complementan: no puede existir esta cualidad sin aquel requisito, cuando se desea redactar un texto que responda a las necesidades comunicativas de emisor y receptor, participantes indispensables en el proceso de lectura-escritura. A esta impetuosidad, debe sumarse el hecho innegable que los profesionales en Enfermería tienen en sus manos la salud de las personas, tesoro de valor inapreciable para la supervivencia de la especie humana. Por eso, tanto su comunicación oral como la escrita deben ajustarse a los cánones a fin de que sean claras e inequívocas, para evitar interpretaciones erróneas o ambiguas que puedan atentar contra la integridad de sus pacientes.

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